La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento. Son los que saben poco, y no los que saben más, quienes afirman tan positivamente que este o aquel problema nunca podrá ser resuelto por la ciencia. Charles Darwin (1809-1882). 

Una corriente de criadores, alejados del empirismo científico, está brotando en la cría y selección de las razas caninas, principalmente de belleza, al grito de: “¡Quiero ganar la próxima exposición canina!”. Pero la cría selectiva en base a estándar de raza, tiene mucho de “ojo de buen cubero” y muy poco o nada de base científica contrastada, en el criterio de “selección artificial” que tienen estas personas.

Así, la idea de que un juez o criador, considere al ejemplar A como mejor de raza en una exposición, y al ejemplar B como mejor del sexo opuesto; son razones de suficiente peso, para que su combinación, garantice una progenie de similar nivel en exposiciones de belleza; falacia que estos criadores defenderán vehementemente. 

El Canis familiaris presenta un polimorfismo muy acusado, tal es así, que ninguna otra especie de mamífero presenta las más de 500 variaciones morfológicas que presenta el perro, y mucho menos tan acusadas. Si vemos una vaca en Perú, India o África, podremos decir, sin margen de error, que es una vaca; pues son más o menos semejantes en todos estos lugares. Sin embargo, poco o nada tiene que ver un chihuahua con un mastín del pirineo, ni en tamaño, ni en color, ni siquiera en carácter. 

¿A qué es debida esta variedad de razas? Una de las cuestiones más relevantes para explicarlo se encuentra en el ADN del perro. Sin entrar a desgranar en demasía el tema de los nucleótidos y sus posibles combinaciones, podemos decir, que existen secuencias de ellos que se repiten en su genoma. Estas frecuencias repetidas, llamadas también “repeticiones dispersas”, son satélites de la cadena principal, y varían en longitud y número. La existencia de este “ADN disperso”, apunta a ser uno de los causantes de esta diversidad morfológica; y así quedó recogido por los estudios de Jeffreys et Al en 1985*. Así, la prevalencia de una característica fenotípica recesiva, está estrechamente relacionada con estas “repeticiones en tándem o dispersas”; digamos que la única vía para que un bull terrier tenga su característico hocico “ovalado”, la encontraremos en la reiterada combinación inicial de cánidos con esta “desviación”, de las alargadas fauces del Canis lupus. El polimorfismo es, por consiguiente, consecuencia de la recombinación de portadores de “repeticiones dispersas” que manifiestan este “hocico anómalo”, evolutivamente hablando. (*Citado por Reinosa, O. 2003). 

El gran problema de la cría de perros de raza, es que debemos tener en cuenta más de un carácter a fijar; así un bulldog francés que exterioriza un color negro intenso, puede ser portador de un gen mutante que diluya el color. Si manifestara una capa de color azul grisáceo, alguno de los cachorros en su descendencia, esto sería consecuencia, de que este gen mutante no alinea convenientemente los gránulos de pigmento en la piel, dejando muchos huecos sin cubrir entre ellos; presentarán así, un color “diluido”. Los genes normales se denominan densos “D” y el alelo mutante diluido “d” quedaría destinado a ser recesivo en su progenie, en combinación con un animal “sano”. Así un cachorro de color azul grisáceo (o gris ratón: grave falta recogida en el estándar de la raza), siempre manifestará los alelos “dd” en su genotipo, transmitiendo este gen mutante a la totalidad de su progenie; quienes, en todos los casos, serían como mínimo portadores de esta manifestación fenotípica insólita; además de exponer claramente, que ambos padres eran portadores de este “alelo mutante”. (Robinson. R. 1984). 

La combinación de estos “alelos mutantes”, trae consigo la posible aparición de genes recesivos indeseables, que afectan físicamente a la futura progenie y su posterior descendencia en siguientes generaciones. Estos genes recesivos, una vez recombinados, pueden introducir en una raza concreta enfermedades degenerativas muy graves, y que acompañarán su efímera “belleza morfológica” hasta el súbito ocaso. 

Tenemos por tanto que apalear, como elemento principal en la cría selectiva, la idea de “perro saludable” por encima de la idea de “perro de exposición”. Un perro saludable es aquel que ha manifestado una ascendencia sana conocida en, al menos, 3 o 4 generaciones. He aquí la importancia de los libros de orígenes caninos, pues ellos nos dan una idea más o menos tangible (eso estaría aún por demostrar) de la existencia de enlaces ascendentes registrados, y con una cierta minuciosidad en su combinación. 

El posterior estudio de exención de problemas graves de salud, si son animales más o menos conocidos en las exposiciones caninas, permitirá tener una tenue idea de estas manifestaciones anómalas. Cuanto menos, se podrá contactar con los afijos de procedencia de cada reproductor, e interesarse por contrastar los conocimientos, que sobre la genética y la raza, tiene su criador en origen. 

Estos toscos criadores, estarán dispuestos a casi cualquier cosa para satisfacer el mercado, cruzando a las hembras demasiado pronto o en cada celo; y por supuesto, con el macho que tengan más a mano, independientemente de si es o no adecuado para ellas, especulando reiteradamente con la consanguinidad. 

La endogamia se ha utilizado en el pasado en la búsqueda de la homocigosis, el uso y abuso de estos cruces, en manos de personas sin experiencia ni conocimientos, es un método directo al fracaso y la afectación del vigor de una raza concreta, principalmente si esta raza se ve agasajada por decenas de estos “criadores”. El coeficiente de endogamia resultante del cruce de padre e hija es de 0’25, y en algunos casos, tras varios cruces endogámicos continuados, podremos sobrepasar fácilmente el 0’70; valores éstos alarmantes por sus consecuencias en la supervivencia de los cachorros. El uso de la endogamia se extiende como la pólvora entre los que quieren resultados en exposiciones caninas, y los quieren a toda costa. Tener perros campeones de belleza, significa más ventas y a precios más altos, y siempre habrá quien esté dispuesto a arriesgar la salud de un animal, sin viene acompañada de mayores ingresos económicos. 

Endogamia 

Coeficiente F Nº cachorros estudiados Porcentaje de mortalidad 

  • 0’25 636 25% 
  • 0’375 49 26% 
  • 0’5 76 37 % 
  • 0’67 94 45% 
  • 0’78 22 73% 

PORCENTAJE DE CACHORROS RECIÉN NACIDOS QUE SOBREVIVEN EN UNA COLONIA DE BEAGLES* 

* En base al estudio de Rehfield (1970), citado por Robinson, R. (1984) Pág. 106 

Sin duda, la idea de “depresión endogámica” (defendida por muchos estudios científicos actuales), tiene una influencia explícita sobre algunos aspectos naturales, de la cría y selección aparente de animales domésticos. Una menor producción y calidad de leche en las hembras puérperas (- 5 %), una disminución del número de cachorros (- 4´3 %) y del peso corporal de éstos en la edad juvenil (- 2’7 %); son consecuencia directa, simplemente con incrementar de un 10% el coeficiente de consanguinidad (0’10). 

Podríamos concluir en la idea empírica, de que el uso y abuso de la endogamia canina, tiene una repercusión directa sobre la vitalidad y futura fertilidad de los cachorros. (Segura-Correa et Al, 2001). 

Sin duda, no sólo el abuso de la endogamia es consecuencia de una disminución en el número de cachorros y la posterior pervivencia de los mismos; un mal control de los parámetros de salud previos, en los progenitores, es otra consideración de suma importancia para conocer el estado inicial, y si biológicamente se desaconseja la cópula. 

Estos controles veterinarios, destacan por su ausencia entre este pequeño grupo de criadores, más preocupados del acomodo propio, que de las consecuencias de una mala práctica en la inseminación. Algunos de ellos, realizan las inseminaciones en su casa, sin asepsia y reutilizando material “quirúrgico” desechable. Consecuencia de esto, es el intrusismo profesional, en tareas que les deben ser encomendadas exclusivamente a los facultativos colegiados; junto con estas prácticas, el descuido u omisión tácita de realizar inspecciones fisiológicas previas a la fecundación. 

Entre estas revisiones veterinarias destaca, aunque no es la única, la serología. Especialmente señalamos al herpes virus canino (VHC-1). Este virus es el responsable de la enfermedad hemorrágica canina en cachorros menores de 4 semanas; abortos en hembras gestantes; afecciones de la mucosa genital adulta; y enfermedades del tracto respiratorio superior (Navarro C, et Al 2003). 

Una adecuada variabilidad genética y un completo análisis veterinario de los reproductores, es el principio de la cría responsable, por parte de un criador que vela por sus ejemplares y la calidad de los cachorros. En la cría artificial del animal de compañía, debe primar la elección de progenitores con ausencia de enfermedades psicofísicas conocidas, con carácter equilibrado, dejando la subjetividad de la belleza relegada a un tercer lugar. Siempre que un aficionado a una raza, desea proceder a criar, debe ser inicialmente responsable en los pasos que da, por el beneficio urgente de sus perros y de los futuros cachorros. 

Cualquier criador de perros que se precie, vería positivamente la creación de “comisiones de atención a la cría canina” en los clubes de raza oficialmente reconocidos. No es suficiente con un “código ético”, que no ofrece más información a los interesados en la cría y selección de razas caninas, que la consideración, a grosso modo, de unos principios subjetivos, poco o nada basados en el método científico. Estas comisiones de atención, no deberían ser policías de los criadores, si no organismos adscritos a los clubes de raza reguladores, cuya misión sería el acceso, libre y riguroso, a la información científica en materia de genética y selección morfológica; podrían organizar jornadas anuales de información e investigación. Serían un referente, dentro de la raza que representan, en asesoramiento y compilación de datos sobre cría y selección específica de la raza concreta. 

Otro modo de actuación, adscrito a la “buena fe” de los interesados, sólo extiende los estereotipos y las falsas creencias. El uso de la experiencia personal como método, y el deterioro de la calidad de las razas caninas en general, tiene un resultado previsible; producto de las malas prácticas, de aquellos que ni saben, ni quieren saber, sobre los aspectos biológicos y etológicos que influyen en la cría y selección canina. 

Así, seguiremos escuchando la sempiterna frase: ¡Quiero ganar la próxima exposición canina!... ¡como sea! 

Lo execrable de estos “aficionados”, es que tanto si lo consiguen, como si no (que es la mayoría de las veces), desvirtúan la raza; responsabilizan de sus fracasos a los criadores serios; o, en su defecto, siempre queda la opción de insultar al juez que “no ha sabido ver la supuesta calidad de sus perros”. 

 
Bibliografía:
Darwin, C. “El origen de las especies” Ed. Alianza editorial (2003) 
Grandin, T. “Interpretar a los animales” Ed. RBA (2006) 
Maier, R. “Comportamiento Animal” Ed. McGraw Hill (2001) 
Navarro, C. et Al “Canine herpesvirus 1” Veterinary Medicine Ar. Vol XXXV (2003) 
Reinosa O. “Aplicación de marcadores moleculares en ganadería” Tesis Doctoral (2003) 
Robinson, R. “Genética para criadores de perros” Ed. Bellaterra (1984) 
Rousselet-Blanc, et Al “Larousse del Perro” Ed SPES (2003) 
Segura-Correa et Al. “Razones y estrategias para la conservación de los recursos genéticos animales” Revista Biomed, Nº 12 Año 2001 
Waine, R. et Al “Origen, genetic diversity, and genome structure of the domestic dog” 
Departament of Biology; University of California (2009). 
Wolf, A et Al. “Inbreeding, incest and incest taboo” Stanford University Press (2005)